Todo artista marcial tiene por objetivo el entrenamiento, tanto mental como físico, para manejar con tranquilidad situaciones adversas con la mansedumbre de saber que puede, decir y hacer, respaldado por si mismo.
En la lucha libre aprendemos a defendernos de un atacante que nos agrede de las más variadas formas, suponiendo que estamos entrenados, generaremos el espacio y el tiempo para un contraataque, en caso contrario, el tiempo necesario para escapar de la situación, utilizando puntos, palancas y lugares sensibles del cuerpo de mi agresor para liberarme; escapes y bloqueos en caso de golpe de puño o pie con contraataques breves; liberación de agarres de todo tipo, manos, torso cuello, inclusive en el piso siempre pensando en la no confrontación.
La excelencia del estudiante marcial está en la lucha libre, siendo esta la última instancia en la vida y la diversión en el compartir con sus iguales.